Paro
A un mes y unos días de iniciado el Paro Nacional, está claro para muchos que lo impensable es posible, que en Colombia se puede hacer un paro de más de un día, llevábamos décadas llamando paro a una marcha que se hacía en las ciudades más importantes pero e un día diluía su fuerza; creímos la falacia de que las y los jóvenes no les interesa la política y peor, que eran de cristal y no aguantaban nada, está claro que no aguantan el bulling, el acoso o la discriminación y eso no es falta de aguante sino suficiente fuerza para decir que no; pensamos que las barras de los equipos de futbol nunca se pondrían de acuerdo en nada más allá de intentar matarse entre ellos pero los hemos visto machar juntos, incluso intentar impedir que se realicen partidos de fútbol en el territorio nacional, se paró la liga profesional y no hubo lágrimas por ello, los barristas saben que el futbol no lo es todo, y que muchas veces es un somnífero; creímos que los universitarios y las universitarias de las privadas eran jóvenes ausentes de la discusiones públicas, sobre todo de las universidades no públicas de las regiones, en estos días de paro hasta ellos han parado, marchado y gritado, incluso con apoyo de las directivas de las universidades, saben que no es justo que los más pobres deban pagar por educarse.
Poco a poco, más que la pandemia se han diseminado argumentos del Paro Nacional, los altos impuestos que pagamos, regresivos y que impactan a la población más pobre, el escaso y costoso acceso a la salud que tenemos los colombianos, la brutalidad policial, que mata, tortura, desaparece y viola, la incapacidad de un gobierno que intenta sobornar con subsidios a la población, lo untado de narcotráfico que están los de arriba, los injustos salarios y prerrogativas que los políticos tienen, por no hacer su trabajo, que es actuar para el bien de los y las colombianas, es decir, nos dimos cuenta que el país estaba en paro hace mucho tiempo, que estaba frenado, que como va es inviable, que está quebrado, no funciona.
El paro continúa, sin saber hasta cuando, a pesar del agotamiento general, de que la moneda escasea, de la pandemia y continúa porque el paro ha permitido encontrarnos, cantar juntos, mentarle la madre al presidente, desahogando esa rabia que nos hacía pequeños, ha permitido solidaridades, ollas comunitarias, juntar los pasos, escuchar a los jóvenes, ser capaces de respaldar, apoyar, acompañar, sufrir por el otro.
Posiblemente además no nos hemos dado cuenta aún que la vida es más que la economía, que el trabajo y los ingresos son importantes, pero que coartan la vida social, comunitaria, barrial, ojalá más temprano que tarde el paro nos permita entender que el tiempo es lo que nos roban, nos cambian por monedas, unas pocas, que el trabajo solo entrega recursos para vivir al día y se lleva buena parte de nosotros y que nos impide ser padres, hermanos, amigos.