La esperanza de nuevo

La esperanza de nuevo

Mi vida política empezó a finales de los noventa, en medio del gobierno Barco se hacían unas negociaciones con grupos guerrilleros y muchos de ellos se movilizaban, con la esperanza que desde la democracia se podían cambiar el estado de cosas imperantes, exclusión, pobreza, abandono del Estado, violencia, falta de acceso a la tierra y un largo y ancho etcétera. La muerte vino amarrada a esas firmas y muchos de ellos fueron atravesados por las balas que venían de muchos lados o del mismo lado de siempre, de los poderosos que se aliaban al narcotráfico, porque los poderosos en Colombia siempre han tenido claro que plata es plata y como sea que se adquiera lo importante es que haya plata.

En fin, esos días traían muerte y esperanza, se abría con esa nueva década la posibilidad de una nueva constitución, que renovara las instituciones del Estado, lo modernizara, lo adecuara al momento actual, poniendo en el papel los derechos de las personas y también las posibilidades del mercado para comprarlo todo. Esa constitución, la que tenemos hoy, una suerte de malabarismo entre un Estado social de derecho y un Estado neoliberal, una forma adecuada para el momento en la que el presidente Gaviria logró sacar el mayor provecho, vendió, regaló, desmanteló el Estado, salud, educación, energía, comunicaciones, etc., fueron dadas al primero que dijera mía.

Ese final de siglo fue doloroso, la violencia vía la paramilitarización de la vida diaria llegó a Colombia y lo oculto salió a la luz, los periódicos registraban la masacre cotidiana y muchos en las ciudades miraban para otro lado, el dolor y la muerte se aposentaban en la ruralidad y la periferia, como siempre y arrasó a sangre y fuego con el opositor, con el que estorbaba, con el que ocupaba un espacio que era requerido por otros. Colombia vivió en una oscuridad de la que apenas nos estamos enterando.

Tuvieron que pasar muchos años, casi 30 para que luego de innumerables falsos intentos de negociación, un pacto de paz entre los armados se firma un acuerdo, luego de larga negociación con las FARC, el reto estaba en la implementación del acuerdo, que visto desde afuera no es un acuerdo que sobrepasara acciones pensables y posibles, además de asuntos de seguridad judicial y personal, sobrevivencia de acogidos al acuerdo, pero el Estado en cabeza del gobierno de Duque decidió desconocer, acabar, atacar, a pesar de haber recogido los recursos de orden internacional para ello, prefirió intentar ahogar el acuerdo.

La elección y posesión de Petro y Francia como presidente y vicepresidenta abre una rendija a la esperanza, un par de personas venidas de luchas, él con pasado guerrillero y ella con arraigo en comunidades negras hacen que se estrene una nueva era, una en la que es posible que otros puedan gobernar.

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