Yo no trabajo más
Y no es que haya trabajado mucho en la vida, pero ya no quiero y no voy a trabajar más.
Entre 1525 y 1866 fueron traídos a América al rededor de Once millones de personas violentamente esclavizadas a realizar labores en minas y sembrados, a servir sin más compensación que seguir vivos, tratados como objetos. Algunos de ellos se volaban de sus esclavistas y vivían como hombres libres lejos de la mirada de la sociedad mayoritaria de la época. Muchas veces me he preguntado porque no huían todos si en la mayoría de los casos tenían suficiente libertad de movimiento para hacerlo.
Estas personas trabajaban para resolver las necesidades materiales de otros con el objetivo fundamental de subsistir, esto es, estar alienado, vivir la vida para otros.
La esclavitud cesó en esta época la cultura occidental para ser reemplazada por la mano de obra asalariada, si bien existieron luchas y posiciones en contra de la esclavización el principal impulso para su terminación fue que el modelo dejó de ser económicamente viable.
La industrialización de la sociedad que generó el cambo de modelo económico hacia el capitalismo, los procesos de urbanización, los avances científicos técnicos y en fin, las diversas revoluciones políticas, científicas, sociales, técnicas que se dieron en los siglos 17 y 18 cambiaron totalmente el panorama.
Surge el individuo como razón fundamental del ser, el individuo que decide, pero sobre todo el individuo que produce y consume. Produce bienes y servicios que no son suyos y que no suplen sus necesidades humanas para que con una parte del fruto de su trabajo (plusvalía) que le pagan mediante un salario, pueda consumir bienes que si le son cercanos al cumplimiento de sus necesidades humanas individuales.
Trabajar entonces bajo este sistema es percibir un sueldo que es intercambiado por tiempo y capacidades propias al servicio o necesidad ajenas.
Esto me parece humanamente inaceptable.
Y si, necesito ingresos, plata para la sobrevivencia diaria, para comprar alimentos, para ir a un concierto o para un celular nuevo pues el viejo ya no funciona más. No se trata de negar la necesidad de recursos, siempre y en todos los sistemas sociales y económicos son y serán necesarios, la cosa es decidir que cantidad de vida estoy dispuesto a cambiar por ellos.
En este momento, a mis casi cincuenta años, da menos ganas de salir de mi casa en donde vivo en arriendo, hacia un trabajo y llegar a las 7 de allí, y en estas horas dedicar mis mejores esfuerzos para cumplir necesidades ajenas.
Es un acto egoísta, mucho, que pone además la sobrevivencia mía y de mi familia en riesgo, que puede generar aislamiento de las esferas sociales, imposibilidad de tener las cosas que son necesarias para tener una vida acomodada, incapacidad para comprar lo que el deseo invita, pero talvez me sienta como aquella personas que traída en contra de su voluntad a trabajar a América un día juntó sus fuerzas y corrió hacia ningún lugar, lejos de aquellos que no lo le posibilitaban más que sobrevivir.