Movilización
Noviembre de 2019 en Colombia, se vive una sensación interesante, de encuentro, de despertar, de movilización. Esto que se vive tiene varios precedentes, que vienen del acuerdo con la guerrilla de las FARC, que incompleto, parcial, poco reivindicativo, con muchos problemas, pero que sin embargo permitió que por primera vez en muchos años la movilización social se diera sin que fuera acusada con alguna base de ser inspirada por la guerrilla. Esa palabra poco a poco se queda en el pasado.
Además la movilización estudiantil UNEES del año 2018, en la que en un primer pulso los estudiantes universitarios ganaron una lucha por allá en diciembre, pues le cogieron la palabra al recién ingresado presidente Iván Duque, y él en su afán de ganar popularidad y mostrarse conciliador, firmó compromisos reales con las universidades, compromisos que desde 1991 (hasta donde llega mi memoria de lo vivido) nunca habíamos alcanzado como estudiantes universitarios, pues perdimos con el neoliberal Mokus y su subida de matrículas en la Universidad Nacional, luego perdimos con lo de la ley 30 de educación que afirmó la doctrina neoliberal en la universidad, luego muchas otras más en las que ya no estuve tan presente. Hace dos años se dio la movilización que fue liderada por la MANE que al final fue coptada por el Estado y sus diversos aparatos.
Además los alzamientos populares en Ecuador, Chile, Haití, nos permitieron ver que era posible y ante un gobierno que no gobierna, títere de otros, como todos pero más evidente, y el asesinato de líderes sociales e indígenas, tardíamente nos obligamos a salir a marchar. Digo tardíamente pues en mi concepto dejamos enfriar muchos asuntos que nos indignan, sobre todo los que están asociados a la muerte violenta de hermanos y hermanas colombianas por su estar organizados.
Esta movilización que en principio ha sido convocada contra el Paquetazo de Duque, una vaina meramente económica, ha ido ampliando su mirada, a lo largo que se suman personas corrientes, no lideres sindicales o políticos, que sufrimos las realidades en los propios zapatos.
Una movilización que se mantiene, al día de hoy van cuatro días y cada día coge más forma, más artística, más festiva, más viva. Pero se requiere cierto nivel de conciencia al rededor de lo que se pide o lo que se necesita, de los objetivos del movimiento y este es un asunto coyuntural, pues van a entrar muchos a querer representar el movimiento. No hay hilos suficientemente fuertes para decir que hay un tejido nacional claro, y se tiene la esperanza de que la conversación sea amplia y que los actores que conversen no sean los de la tradición organizada, que nunca han servido de mucho, es decir, siempre han conversado con ellos y lo único que sacan es un punto más en el salario mínimo, o medio punto.
Por eso además de la cacerola es hora de sentarnos a conversar, botar escape, echar palabras al aire, contarnos los dolores, los sueños y las alegrías