Autonomía en marcha
¿Cómo entender lo que está pasando? Lo que veo es un ejercicio nuevo de la ciudadanía, no que apareció ayer, sino que es fruto (inesperado) de un acumulado histórico, de una desazón, de la indignación y de la desideologización de la sociedad.
Lo que pasa en las calles hoy es una suma de voluntades individuales que en ejercicio de su autonomía son capaces de sumarse sin miramientos, sin preguntar de antemano a qué combo pertenece o si hace parte de una organización. Donde se acepta la amistad en facebook por el simple hecho de haber cruzado palabra o se intercambia número celular con casi cualquier persona.
Hoy no hay un único poder que controle el movimiento, la marcha o la cacerola, cada cual a su ritmo suma, unos desde la música otros desde el cartel, algunos desde el baile y la danza y otros desde el desafine, el grito o la mera presencia.
La autonomía de poner en común la capacidad, la responsabilidad que se tiene por el otro. El retorno a lo común o el abandono de la individualidad, poder ser uno en una marcha, tener una voz o un dolor en común, compartir una pena o una consigna. En la marcha las consignas surgen de distintos puntos, a veces incluso uno no sabe cual corear, se chocan, van y vienen alegremente, nadie las quiere imponer, se recrean, se generan nuevas, se cambian o se recuerdan las de vieja data, pero no hay homogeneidad, hay diversidad festiva, alegre y comprometida.
La marcha es autónoma y a su interior hay también autonomía, es otra forma de organización, más biológica, menos estructurada, más horizontal, menos seguidora. Sé que de alguna forma se deberá encontrar la forma para poder generar acuerdos y sentarse a conversar, pienso con el deseo y me digo que serían asambleas populares, barriales, comunitarias en las que se siente a hablar sobre ciertos temas y a acordar las prioridades. Pero sin dejar de marchar, sin dejar de encontrarse y ser multitud, sin dejar la cacerola, Estando con el otro, al lado del otro, simplemente.