No crea en mesías, al final lo crucificarás
La historia lo ha repetido en múltiples oportunidades, los mesías, las figuras que mueven masas, lideran revoluciones sociales o culturales al final son traicionados por sus mejores seguidores, son abandonados en los momentos aciagos, el gallo canta tres veces y tres veces sus hermanos lo niegan.
En Colombia, Gustavo Petro se presenta como un candidato a la presidencia de la república, que luego de una larga carrera política en el país, luego de ser guerrillero, haber pactado con el gobierno la paz de la guerrilla en la que militaba y haber sido amnistiado, haber sido congresista, alcalde de Bogotá, férreo impulsor de denuncias de la parapolítica, hoy se encuentra primero en las encuestas de intención de voto para las presidenciales del próximo años 2022.
Sus seguidores, son también fuertes a la hora de defenderlo y a pesar de que su propuesta pretende transformar las estructuras del país, su forma particular de relacionamiento está en general en la misma línea de la política tradicional, es decir, es patriarcal, basada en el liderazgo individual propio, centrado no en modos o modelos de entender al mundo sino en la particular forma de comprenderlo y afrontarlo.
Pero la idea ahora mismo no es hablar de Petro, sino de sus seguidores, que se muestran enceguecidos, fanáticos, dispuestos a que se borre en ellos toda capacidad humana de pensamiento para desde allí seguir fielmente a su líder.
Y es que por definición liderazgo conlleva del otro lado seguimiento, no hay líderes sin seguidores y entre más seguidores hayan más enceguecidos suelen estar.
Si usted va a un estadio de futbol, en la tribuna llena, el agite de un reñido partido la masa supera al individuo y éste pasa a ser una mancha más en la tribuna, alguien que no puede hacer ninguna diferencia. Allí está sometido al vaivén propio de la turba, la inconciencia y el éxtasis del momento.
Ahora bien, los seguidores de los líderes no suelen ser fieles, pues en la mayoría de los casos su seguimiento no surge de un análisis racional sino de una creencia, que con Petro va desde que logrará que los ricos coman mierda hasta que Colombia será el paraíso, asuntos que a todas luces son más que imposibles y por lo tanto estos seguidores más tempano que tarde traicionarán a su líder.
Pero no es un llamado a no creer que es posible generar cambios, la intención es cambiar seguidores por participantes, pasar de la fe a las ideas, de ser espectadores a ser activos partícipes de la acción transformadora, en donde se reconozca la responsabilidad y a fuerza que cada individuo tiene en la acción colectiva.