Pandemia
Viví a finales de los 80’s una tragedia humana, el advenimiento del SIDA que ha dejado millones de muertos, una pandemia lenta pero catastrófica, el goce y el roce fue visto como inmoral, enfermo, raro, imposible, peligroso y con esto toco vivir la adolescencia, con el temor a ser infectado. Además en una ciudad violenta, la del no futuro para los Rodrigos de los barrios, para los que crecían con la imposibilidad de ser en una sociedad que no era para ellos, para los jóvenes que eran mano de obra de la muerte, pagados por unos pocos pesos para acabar con el contrario, con el que no se moviera al ritmo que imponía el momento, generando una cultura, una forma de existir que impactó a nuestra sociedad y generó la pérdida de gran cantidad de vidas.
Además la caída del muro de Berlín y de la economía de estilo comunista, la desesperanza escrita en un libro «El fin de la historia y el último hombre» nos abocada al neoliberalismo globalizado. Las guerras de la época se libraban contra los otros, los extraños, los de oriente, guerras de muertos lejanos pero también propios. Resistíamos encontrándonos, recordando, organizándonos. Después vino la maquina paramilitar y deshojó la organización popular.
Esta pandemia actual, además de desesperanzarnos, nos aísla, nos pone a ver entretenimiento en linea, nos satura de información sin sentido y sin posibilidad de saber qué se acerca a la verdad o qué es inventado, ni siquiera tenemos la certeza de si esto está planeado o viene del mundo natural. El actual sistema no caerá con la enfermedad, refuerza sus imperativos de individualidad y consumo, información como entretenimiento, aislamiento, soledad.
Aún no sabemos dónde y cuando terminará todo esto, el teletrabajo se impondrá y será una forma más de precarizción laboral más, fortaleciendo el tema de la prestación del servicio, en donde equipamento, locaciones, servicios públicos y tiempos extras serán puestos por el trabajador para el cumplimiento de su quehacer, con el consabido retraso en los pagos, incontables tramites, cero cesantías o vinculación a sistemas como los dados por los parafiscales. Ya saben que podemos trabajar desde casa y debemos cumplir la tarea, en muchos casos la hora nalga ya no sea necesaria, sin embargo so fortalecerá esta forma de contratación de poca estabilidad y limitación temporal clara.
Escribo, teniendo a la distancia a Byung-Chul Han, que en un escrito reciente dice de esta crisis sanitaria lo siguiente: (bueno, dice más cosas, pero yo extracté esto)
“El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta.” Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano que imparte clases en la Universidad de las Artes de Berlín. Autor, entre otras obras, de ‘La sociedad del cansancio’, publicó hace un año ‘Loa a la tierra’, en la editorial Herder.